Junio 2023 | NO 6

MARKET INSIGHT – Junio 2023

MARKET INSIGHT

El análisis mensual de Prime Partners sobre la actualidad económica y los mercados financieros mundiales

Más vale un toma que dos te daré

Las tres primeras semanas de mayo fueron, en conjunto, menos ricas en acontecimientos susceptibles de influir en los mercados financieros que los dos meses anteriores. Ningún banco regional estadounidense quebró en los últimos días. La cascada de estadísticas económicas publicadas resultó más bien acorde con las expectativas y no dio lugar a grandes movimientos bursátiles. La saga del techo de la deuda estadounidense produjo algunas turbulencias a medida que nos acercábamos a la fecha límite fijada inicialmente para el 1ro de junio por Janet Yellen, pero no supuso ninguna sorpresa real el acuerdo bipartidista sobre el 79.o aumento desde 1960 que se votará en el Congreso a principios de junio. Por último, la impresión de estancamiento del conflicto armado entre Rusia y Ucrania no hizo sino reforzar la imagen de un mes que se destinaba a ser bastante plano para los mercados financieros. En este clima un tanto apático, nadie vio venir la publicación de los resultados sin precedentes del 1er trimestre del mayor fabricante estadounidense de semiconductores, NVIDIA, ni las alentadoras perspectivas descritas por la empresa, que confirmaron de manera concreta el entusiasmo por la inteligencia artificial. Unos días antes, la presentación de Alphabet ya se había dedicado por entero a ese tema. Eso fue todo lo que se necesitó para sacar a los inversionistas de su ronroneo primaveral y desencadenar un impresionante rally de fin de mes, que benefició particularmente a los grandes valores tecnológicos.

Sea cual sea el periodo, comprender las reacciones de los inversionistas es siempre un ejercicio difícil. El entorno actual está lleno de contradicciones, y es fácil ver cómo el nerviosismo puede imponerse rápidamente a la relativa calma. Los diferentes episodios vividos principalmente por el sector bancario en 2023 están ahí para recordárnoslo.

Es fácil caer en el miedo cuando se trata de invertir, y este año hay muchas razones para hacerlo: la temida recesión empieza a confirmarse empíricamente, con Alemania como primera «víctima» según las cifras económicas, y otros países previsiblemente seguirán el mismo camino.

Algunos matizan esta ralentización de la actividad argumentando que los servicios resisten bien, pero los PMI (purchasing manager index) conexos se sitúan ahora en niveles relativamente bajos desde el punto de vista histórico.

Otros pueden argumentar que el desempleo sigue siendo muy bajo, sobre todo en Estados Unidos, pero también en este caso se trata de un indicador rezagado de la actividad económica.

 ¿No es cuando menos irreal darse cuenta de que la deuda pública del país del Tío Sam asciende a 31 billones de dólares, es decir, más del 120% del PIB de la primera potencia mundial?

Y luego está siempre la famosa inflación que, a pesar de un descenso mecánico en 2023, debido principalmente al efecto de base de su cálculo, parece que se mantendrá en niveles superiores a los que los banqueros centrales se han fijado como objetivo, sobre todo en su componente «CORE», que excluye las variaciones de los precios de la energía y los alimentos. ¿Significa esto que las políticas de subidas de tasas no han terminado después de todo?

En fin, superada la cuestión del techo de la deuda estadounidense, ¿no es cuando menos irreal darse cuenta de que la deuda pública del país del Tío Sam asciende a 31 billones de dólares, es decir, más del 120% del PIB de la primera potencia mundial?   

La «barrera del miedo» parece alta en 2023, y sin embargo los mercados de acciones se orientan al alza. Los operadores están lejos de haber perdido el juicio y conocen perfectamente los factores mencionados. Pero la naturaleza humana suele dar normalmente más peso a la esperanza que al miedo, todo ello en un proceso a menudo sinuoso y de periodicidad incierta.

La esperanza reside aquí en dos «megatendencias» que estamos viviendo de manera paralela a la actual situación económica y geopolítica: la transición energética y, por supuesto, la inteligencia artificial.

Estos dos fenómenos se perciben como un gigantesco contrapeso a la incierta coyuntura económica que vivimos actualmente.

Los mercados prevén ante todo importantes inversiones en el sector energético, con vistas a garantizar que las economías sigan avanzando hacia operaciones más respetuosas con el medio ambiente. Pero es sobre todo el impacto global y en cascada de esta transición energética en muchos ámbitos de la industria lo que los operadores están considerando. Todo ello se ve como un enorme círculo virtuoso de inversión, capaz de sostener la actividad económica durante los años venideros. 

En cuanto a la inteligencia artificial, se trata como suele pasar con la tecnología de hacer más con menos. La capacidad de analizar las montañas de datos disponibles desde la llegada de Internet y de extraer en muy poco tiempo las informaciones que permitan tomar decisiones futuras no tiene, en definitiva, ningún límite en cuanto a su campo de aplicación. Una vez más, los inversionistas ven allí una fuente de crecimiento económico futuro.  

¿Cuáles son entonces las decisiones que debemos tomar en nuestras asignaciones entre un presente que ahora parece ralentizarse y un futuro que algunos vaticinan altamente disruptivo y, por tanto, radiante?

A nuestro parecer, tan imprudente es ceder a un pesimismo excesivo como dejarse adormecer con demasiadas promesas de futuro.  

En esta situación, tenemos presente el proverbio que dice «más vale un toma que dos te daré” al permanecer expuestos a las dos megatendencias descritas anteriormente, sin olvidar la realidad de la desaceleración actual que estamos viendo mes tras mes en las cifras económicas. A nuestro parecer, tan imprudente es ceder a un pesimismo excesivo como dejarse adormecer con demasiadas promesas de futuro. Por tanto, las ganancias obtenidas en 2023 son interesantes, pero no ocultan la necesidad de ser prudentes frente al entorno en el que las hemos conseguido.

Así pues, nuestras carteras siguen equilibradas en cuanto a la asignación entre las distintas clases de activos, y nuestra exposición en acciones sigue diversificada por sectores.  Desde luego, no queremos ceder a los tentadores acrónimos de Wall Street, cuyo último y ya famoso B.R.A.I.N (Biotecnología, Robótica, Inteligencia Artificial y Nanotecnología) podría incitarnos a concentrar nuestras inversiones en los ámbitos mencionados.

Por último, conservamos en nuestras carteras estrategias alternativas y oro con el objeto de amortiguar cualquier sacudida en caso de que disminuya un poco la confianza de los inversionistas en los avances de la transición energética y la inteligencia artificial para nuestras economías.

Transcurridos cinco meses, 2023 es un año paradójico, que combina desaceleración económica con grandes esperanzas de futuro en materia de energía y tecnología. Como en la mayoría en los periodos de innovación, numerosos detractores se enfrentan a fervientes partidarios, batiéndose en duelo con un sinfín de sofisticados argumentos y demostraciones técnicas a veces inverificables para el inversionista medio. El resultado es la aparición de numerosas profecías, algunas alarmantes, otras llenas de un optimismo beato sobre el crecimiento económico de los próximos años y, por extensión, sobre el rendimiento de los activos financieros.

En medio de toda esta confusión mentemos el rumbo de los principios básicos de inversión: la diversificación y un horizonte temporal a largo plazo, sin perder de vista las evoluciones tecnológicas y las oportunidades que presentan. La revolución de los teléfonos inteligentes y el lanzamiento del primer iPhone en 2007 no lograron evitar la crisis financiera de 2008, a pesar del enorme impacto que este avance tecnológico iba a tener en todo el mundo.  De ahí a afirmar que la historia se repetirá en los próximos trimestres, incluso con la llegada de la inteligencia artificial, sólo hay un paso… un paso que por el momento no vamos a dar.